En España la vivienda es un derecho constitucional y un problema social. Una estrategia de innovación basada en el modelo Cohousing puede reafirmar el articulo 47?

Aún pasados 36 años de su entrada en vigor, la actual Constitución entiende la vivienda digna y adecuada como derecho fundamental para todos los españoles. A su vez, nombra a los poderes públicos como garantes de este derecho, y, sobre el uso del suelo, indica anteponer el interés general a la especulación.
No se ha debatido cambiar el articulo 47.
El mercado inmobiliario español ha evolucionado dentro de un marco legal y económico favorable a la especulación del suelo, y poco atento al cumplimiento del derecho a la vivienda. Su precario equilibrio ha fallado al cambiar las reglas del juego financiero internacional, dejando privados del mínimo espíritu de iniciativa a los actores de un mercado doméstico empantanado en la incertidumbre. Por encima de la involución del mercado, España conoce la emergencia social de la vivienda.
¿No era la vivienda un derecho constitucional?
El Cohousing introduce una idea distinta para acceder al digno hogar. Este modelo de comunidad nació hace tiempo en las culturas anglosajonas. Sus directrices son bien definidas, lejos de las reglas del mercado inmobiliario, y sobre todo de un contexto de crisis económica internacional. Las iniciativas españolas en pie, siguen vivas e independientes del actual marco económico y legal.
Existe una España inmobiliaria alternativa donde la vivienda no corresponde a una oportunidad económica, ni al objeto de una pesadilla existencial.

– del problema social a su solución basada en la innovación y en la creatividad

Los tiempos de la recuperación económica no coincidirán en el próximo 2015, con la evolución del mercado inmobiliario, ni con la detención de la hemorragia hipotecaria.
Las puntuales intervenciones del actual gobierno no han dado resultados positivos:
– el ajuste presupuestario no permitirá disponer de ayudas dedicadas para el acceso a la vivienda
– la nueva ley hipotecaria no ha parado los desahucios de viviendas habituales
– la creación del Sareb y su actividad no ha aportado oxígeno al mercado, ni mucho menos prevé generar algún beneficio social.
Este planteamiento estratégico es muy débil: se trata de seguir esperando datos de recuperación puntuales, resultados no previsibles ni previstos, incapaces de impulsar la renovación del sector en clave económica y social.
Sin embargo el Cohousing se gesta en un ideal laboratorio de innovación social, donde la vivienda representa un proyecto para valorizar la dimensión social y ecológica de la persona. El compromiso familiar inmobiliario de toda una vida pasa a ser la oportunidad para formar una comunidad de cohousers, es decir personas que definen a priori su modelo de convivencia.
Se basa en compartir algunas o muchas actividades vitales, desde las más básicas como la gestión de la comunidad, el ocio, hasta el cuidado de los niños, o la limpieza. Los servicios comunes pueden incluir cocina, lavandería, guardería, espacios de cotrabajo, talleres, habitaciones de invitados, etc.
Finalmente constituir una iniciativa de cohousing facilita la convivencia y la cooperación entre los residentes, así como la centralización de equipamientos y servicios. Este planteamiento termina aportando a sus participantes beneficios sociales, económicos y medioambientales.

– de actores del mercado a actores del cambio

La actualidad española vive la emergencia social de las personas que no tienen un lugar donde vivir, y al mismo tiempo más de 3 millones de viviendas vacías, la mayoría no asequibles por diferentes razones. Esta clara contradicción demuestra que no existe un plan de ataque al problema, y que los actores del mercado inmobiliario destacan por pasividad y falta de ideas.
El laboratorio social que trabaja un concepto nuevo de vivienda basado en el cohousing, propone una estrategia rompedora y a largo plazo, donde los mismos actores del mercado se convierten en actores del cambio necesario para recuperar el violado articulo 47.
Estas personas que en la vivienda identifican un problema, necesitan organizarse para encontrar soluciones. Y actualmente el compromiso de la casa preocupa a todos los perfiles implicados: el padre de la próxima familia desahuciada y la madre de la familia que ya ocupa ilegalmente un piso, el banquero ahogado por deshacerse de activos tóxicos y el político garante de la constitución, sin olvidar a los profesionales que en aquella época de burbuja se criaron.

– España y cohousing: iniciativas aisladas y parálisis del mercado inmobiliario. Convergencia o Competencia?
Hablando de cohousing es importante no cerrar puertas. Un modelo de comunidad constituida para cohabitar, responde a muchísimas exigencias. En España se han desarrollado numerosos proyectos de innovación social para la vivienda. El primero ha sido Profuturo, primera comunidad de cohabitación, destinada a los ancianos de Valladolid nacida en 2008.
En ningún caso los poderes públicos destacan en el fomento de estas iniciativas.
Sin duda, el éxito del cohousing en otros países coincide con el apoyo institucional. Por ejemplo, Alemania, Canadá, Dinamarca o Suecia han favorecido la convergencia de diferentes institutos jurídicos para el acceso a la vivienda. A la tradicional propiedad privada y al alquiler, se suma el modelo Andel, que solo recientemente la legislación catalana ha asimilado como “cesión de uso de la vivienda en régimen de cooperativa”.
España históricamente ha apostado por el desarrollo de un mercado inmobiliario único, basado antes en el libre comercio de la vivienda, y luego del suelo urbanizable.
La garantía del derecho constitucional a la vivienda digna ha estado expuesta al riesgo de que este modelo pudiera fracasar.

– educación social: del derecho social a la vivienda, a la propiedad especulativa.
La historia socio-económica española moldea un concepto clásico de vivienda frente a la poca para modelos alternativos como el cohousing.
No relacionamos la burbuja inmobiliaria con el acceso universal del ciudadano a la vivienda digna, sino con el acceso universal al mercado inmobiliario especulativo, sea como constructor, gestor inmobiliario, obrero o facilitador financiero. Durante años, hemos estado trabajando para hacernos comerciantes de un producto de excelencia, la vivienda, sin contar que la vivienda asequible no es solo un servicio de interés general, sino un derecho fundamental.
Parece oportuno dedicar las mismas energías en otro cambio cultural, destinado a restituir a la vivienda su valor de dignidad humana y crear las condiciones para estructurar un proyecto alternativo de recuperación y bonificación del mercado inmobiliario.

Las experiencias extranjeras y los intentos locales demuestran que el cohousing es una estrategia oportuna para regenerar un debate constructivo y moderno acerca de la vivienda digna.
La receta del cohousing está escrita y el laboratorio español posee todos los ingredientes para perfeccionar este plato.
Cuando exista la voluntad para emprender un nuevo camino, el artículo constitucional 47 deja bien claro el objetivo a conseguir.