En este especial día de Reyes de 2016, cuando las cosas materiales imperan y los regalos físicos inundan los hogares, yo os quiero regalar un cuento, una reflexión de VIDA.

Este es el cuento de VIDA:

Cuando veo esas plantas llamadas dientes de león, yo veo hierba dañina invadiendo mi patio, mis hijos, ven flores para regalarme y soplan la pelusa blanca pensando en un deseo.
Cuando un mendigo me sonríe, veo a una persona sucia que probablemente quiere que le dé algo de dinero y eso me incomoda…mis hijos ven a alguien que les sonríe y ellos responden con otra sonrisa.
Cuando oigo música, me siento y escucho porque no sé cantar y no tengo ritmo…mis hijos cantan, bailan y si no saben la letra, se la inventan.
Cuando siento un fuerte viento en mi rostro despeinándome y empujándome hacia atrás, lo resisto con todas mis fuerzas…mis hijos cierran sus ojos, abren sus brazos y se dejan arrastrar por él, hasta que caen al suelo vencidos por la risa.
Cuando yo rezo, digo tú y nosotros. Concédeme esto y dame aquello…mis hijos dicen, ¡Hola Dios!, te doy las gracias por mis juguetes y mis amigos, ayúdame a no tener malos sueños ni pesadillas esta noche y cuídame, todavía no quiero ir al cielo.
Cuando veo un charco de lodo rápidamente me alejo de él, porque ya me imagino zapatos llenos de lodo y alfombras y suelos sucios…mis hijos se sientan en él, ven diques para construir, ríos para cruzar y toda clase de animales para jugar.
Yo me pregunto, ¿los hijos nos fueron dados para enseñarles o para aprender de ellos?
“Es necesario que aprendamos a apreciar las pequeñas cosas de la vida. POR ESO TE DESEO QUE TU VIDA ESTÉ LLENA DE DIENTES DE LEÓN, FUERTES VIENTOS Y…GRANDES CHARCOS DE LODO”
Referencias:
Foto:

Rakel Garcia

Consultora por el Bien Común, PRL, RSC y MA