La Covid-19 pilló al mundo empresarial con el pie cambiado. Casi de un día para otro, nos vimos abocados al confinamiento en un país ajeno a la cultura del teletrabajo. No es que falten las tecnologías. Lo que pasa es que aquí siempre se ha llevado el presentismo. Una fórmula de gestión validada por la mayoría de organizaciones, pese a generar momentos muertos, desmotivación, precariedad, gasto de tiempo y gasolina…
Las razones que explican el mantenimiento de esta fórmula son claras: desconfianza y resistencia al cambio. Por suerte, estos meses de “ensayo” han servido para entrever las ventajas del teletrabajo: más productividad, más conciliación, menos estrés, menos absentismo. Y eso que la falta de regulación ha generado inconvenientes por todos conocidos. Lo fundamental, en todo caso, es conseguir un verdadero cambio; abrir la puerta a un nuevo escenario que propicie el compromiso personal, objetivice lo que aporta cada uno en lugar de cuantificar las horas que se echan y que mida el éxito por la satisfacción de toda la organización.
En realidad no se trata tanto de teletrabajo como de flexibilidad. Una manera de entender la actividad poniendo en el centro a las personas, atendiendo a las necesidades individuales y colectivas, basada en la confianza, la motivación, la corresponsabilidad… y la resiliencia. En ello estamos el equipo de BIKOnsulting desde hace seis años. Nuestra consultora nació con el propósito de ayudar a impulsar un modelo social, económico, político y medioambiental más justo y sostenible. Entendemos el mundo desde la colaboración, el bien común y la innovación. Intentamos cultivar rutinas positivas, empáticas y sostenidas en el pensamiento crítico, conociendo nuestros límites para ponernos a disposición de los demás con la máxima fuerza y eficacia. No siempre lo conseguimos, pero tampoco nos rendimos.
La sacudida del coronavirus puso patas arriba nuestra agenda. Esa es la verdad. Algunos contratos con los que ya contábamos quedaron en suspenso ante la imposibilidad de ejecutarlos en el nuevo escenario. Las escuelas de participación ciudadana que gestionamos en Vitoria, Añana y Tolosa conseguimos mantenerlas vivas a medias, trasladando algunas actividades a la vía telemática y dando otras por perdidas. En ese momento lleno de dificultades, nos aferramos a un proyecto ilusionante que habíamos gestado en el último medio año con la idea de alumbrarlo en el primer trimestre de 2020: Rural Citizen. Lo hicimos dándole una vuelta de tuerca, readaptando el formato de offline a online. No podemos saber qué hubiera pasado de haberse mantenido la “normalidad”, pero estamos muy contentos por la respuesta recibida. Creíamos que la España rural necesitaba un lugar de encuentro donde conectar proyectos y visibilizar oportunidades, y esa comunidad está en marcha y crece día a día.
Trabajar cada uno desde nuestras casas ha sido más fácil. Eso también es verdad. Hasta el confinamiento compartíamos la mayor parte del tiempo en un coworking, pero nos regalábamos plena libertad para desarrollar nuestra actividad desde cualquier otro lugar en función de las circunstancias. Dicho de otra manera, dada la naturaleza de nuestra actividad laboral y nuestra manera de entender la vida, tenemos implantado un modelo cien por cien flexible. Organizamos nuestras obligaciones personales y profesionales sobre la base de la autorresponsabilidad, la confianza y las tecnologías. Cierto es que en demasiadas ocasiones nos excedemos con las horas de dedicación a BIKO, pero ese defecto lo arrastramos desde hace tiempo. Es nuestra asignatura pendiente.
Las reuniones presenciales de los lunes ahora las celebramos a través de servicios de videoconferencias. Son igual de efectivas, aunque reconocemos que no tienen el encanto del cara a cara. Sí, nos gustan las distancias cortas, el ambiente tan enriquecedor que se genera cuando un grupo de personas comprometidas se junta para formarse, debatir e implicarse en un desafío. No obstante, hasta que regrese ese momento seguiremos construyendo pantalla mediante.
La Covid-19 ha abierto un melón que buena parte del sector empresarial no quería catar. Ahora, ya no hay marcha atrás. Vivimos un cambio de era y necesitamos un cambio de paradigma en todos los ámbitos de la vida. La resiliencia, la innovación, la colaboración y la flexibilidad son nuestras mejores guías para desandar viejos caminos y avanzar en nuevas direcciones con paso firme.
¡En marcha!
Jaione Sanz y Javier Goikoetxea
Responsable de comunicación y socio cofundador de BIKOnsulting